
Transilvania, la región más misteriosa de Rumania, a tan sólo dos horas en coche de la capital Bucarest, se alza en el centro del país rodeada por los montes Cárpatos. Un lugar perfilado por abruptas montañas, extensas autopistas vacías, profundos valles y espesos bosques envueltos en un aura enigmática. En Transilvania historia y leyenda van de la mano. Conocer esta zona supone adentrarse en la tierra del príncipe de las tinieblas, Vlad III de Valaquia, más conocido como Drácula. Un hombre cruel, aterrador y temible que fue transformado en leyenda gracias al escritor Bram Stoke.
Brasov, el “bosque de estacas''

Esta agradable ciudad es el destino más turístico de Rumania. Con un centro adornado por fachadas barrocas, bohemios cafés y una bella plaza, la de Sfatului, donde poder disfrutar de un momento de descanso en una de sus terrazas mientras se admira la Iglesia Negra. Brasov es el centro de operaciones perfecto para recorrer la región de Transilvania. A un paso de los montes Bucegi y de las poblaciones de Rasnov y Sinania, es una ciudad animada que nada se asemeja a su oscuro pasado. Escenario mudo de una de las mayores y más sangrientas masacres perpetradas por Vlad Dracul.
Bran, “el castillo del Conde Drácula''

A treinta kilómetros de Brasov se encuentra el famoso Castillo de Bran. Lugar en el que según dicen, Bram Stoker, escritor de la novela Drácula (1897), se inspiró para describir el hogar de su célebre vampiro Drácula. Un emplazamiento militar construido en el siglo XII sobre una colina que actualmente se ha convertido en la fortaleza más visitada de Transilvania.
Aunque el pueblo de Bran es bastante pequeño, durante la temporada alta se llena de turistas curiosos. Y su calle principal está repleta de tiendas de suvenires adornadas con crucifijos, ajos y pequeños vampiros tallados en madera. También hay puestos de comida callejera donde poder probar la cocina tradicional rumana. Desde las sopas (ciorbă) de carne o verduras, el sarmale (hojas de col rellenas de carne sazonada de cerdo y ternera con arroz) a la mămăligă (masa de harina de maíz asada, cocida o frita que se sirve como acompañamiento junto a una variedad de quesos).
Sighisoara, la cuna de Drácula

La siguiente etapa del viaje es la encantadora Sighisoara. En el centro del país, a hora y media en coche desde Brasov esta ciudadela medieval repleta de coloridas casas y empinadas calles empedradas, Patrimonio de la Humanidad, es conocida por ser la cuna de Vlad Tepes.
Sibiu, más allá del “Conde Drácula”

La última parada en nuestra travesía transilvana es Sibiu. Con un llamativo casco antiguo, cualquier paseo por esta ciudad comienza en la diáfana y bulliciosa plaza Mayor, presidida por la torre del Consistorio. Alrededor de la cual, se despliegan tejados salpicados de ventanas con forma de “ojos” localizados en pequeñas buhardillas.
Transfagarasan Road, la carretera infernal

Encaramos el camino de vuelta a casa por la carretera de Transfagarasan que desde el sur de Transilvania atraviesa los Cárpatos hasta llegar a Valaquia. Noventa kilómetros de imponentes curvas cerradas que recorren el escarpado paisaje rumano. Una última parada en el camino nos lleva a visitar la ciudadela de Poenari, un castillo en ruinas que el príncipe Vlad Tepes amplió para convertirlo en una fortaleza con cárcel donde torturar a sus prisioneros sin ápice de remordimiento. Este lugar, acogió en vida al príncipe de Valaquia, cuya historia se convirtió en leyenda.
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